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viernes, 20 de julio de 2012

Barricadas tras la pantalla

Estoy un poco cansado, me gustaría tomármelo a risa, pero aún no puedo. Cansado del activismo detrás del mac o pc, del revolucionario de terraza de bar, de los que nos dicen lo que tenemos que hacer a los que estamos en la calle desde la comodidad de su sofá.

Anoche, tras la manifestación, enchufé mi ordenador para informarme de cómo había ido por el resto de ciudades. La pantalla de mi teléfono "listo" sufrió la ira de un servidor e impide un correcto visionado. Grata sorpresa me llevé al leer que tanto en Madrid como en Barcelona las manifestaciones habían llegado a las puertas del "Congreso" y "Parlament" respectivamente. Por otro lado sentí tristeza puesto que aquí en Valencia ni siquiera nos acercamos al "Palau de la Generalitat".

Por lo que pude ver (gracias @fanetin), los bomberos, decisión donde la haya, saltaron las vallas que "protegen" los edificios institucionales. Tomaron la iniciativa y esperaron a que la masa les siguiera. Algunos lo hicieron, pero parece que aún hay que esperar. Uno de los bomberos resultó detenido y tras varios rifirrafes entre policía y bomberos llegaron a un acuerdo. La manifestación se tendría q disolver para que el detenido saliera sin cargos. Y es entonces cuando me encendí... leyendo el chat del streaming o los trinos (tweets) de los que no estaban por allí.
Y claro que deseaba que tomasen el congreso, pero no seré yo quien le diga lo que tienen o no tienen que hacer. Esa decisión corresponde a las personas que tienen delante tres filas de antidisturbios...

Relato lo que pasa en Valencia, no siempre pero muy a menudo, cada vez que la UIP se pone el casco y sacan las porras del cinto. Una desbandada generalizada y los "quatre gats" de siempre nos quedamos con los brazos cruzados mirando estupefactos como corren los que, momentos antes, nos decían que había que montar barricadas y empezar la revolución.

Haré lo imposible por tomarme esto a risa, pero me parece que seguiré diciéndolo enfadado...

miércoles, 18 de julio de 2012

"Pobre es quien no tiene a nadie"




Esta frase se le atribuye a una señora que vive (vivía) en las calles de Río (Buenos Aires, Madrid, Lisboa, Nápoles, Tesalónica,). He oído tantas que prefiero dejarlo así, genérico, sin una ubicación geográfica concreta. Bueno no, las ciudades que enumero tienen algo en común. Ahora (o antes) nos llaman "PIIGS", pero "Cerdo" será aquel que nos puso ese calificativo.

Afortunadamente en estos lugares, que el capitalismo exige como sacrificio, las redes familiares son fuertes como para parar a un elefante. Resisten, de momento, una envestida tras otra. Ya veremos que pasa cuando caigan las pensiones, hilo del que penden millones de familias. La parca no perdona.

Me explicaba un amigo el otro día que estas redes de las que ahora me enorgullezco existen gracias a dios. Teniendo en cuenta que ni él ni yo somos creyentes, la expresión adquiere otro significado. También explica la localización de las mismas.

Espero, más bien confío, en que no alcancemos la miseria. No en posesiones, a la cual nos abocan. Sino la miseria moral de robar/engañar a los que lo pasan igual o peor que nosotros. Porque en estas tierras ibéricas, itálicas, helénicas (curioso que sean tres penínsulas) no tendremos dinero pero pobres ni somos ni seremos.


lunes, 20 de febrero de 2012

Caminamos Juntos, pero no Unidos

Valencia, Plaza de San Agustín, mediodía del diecinueve de febrero del dos mil doce.

                                                       foto de www.radioklara.org

Acudo a manifestarme por la revocación de la reforma electoral. A diferencia de la cantidad de manifestaciones y actos reivindicativos a los que estoy acudiendo en los últimos tiempos, a razón de uno o dos semanales, ésta la convocan las cúpulas de los sindicatos mayoritarios (UGT y CCOO). Y lo que es para mi histórico, también convocan a la misma hora y en el mismo lugar los sindicatos anarquistas (CNT y CGT) y a unos metros  los miembros del colectivo 15M de esta ciudad en el llamado bloque crítico. La afluencia es impresionante, no cifraré puesto que no pude observar vistas aéreas que me permitiesen hacer una estimación.

Y una vez más, en lo que considero un error sistémico en la organización de estos eventos, pasamos por la calle San Vicente, un cuello de botella que relentiza, de una manera atroz, la marcha y perdemos más de dos horas en un trayecto de apenas 200 metros. Con este estancamiento, gastamos fuerzas, ánimos y lo que es peor nos cansamos de ir, una y otra vez, tropezando sobre la misma piedra.

El ambiente era raro, como una procesión silente, el funeral de nuestros derechos laborales. Tan solo algunos grupos animaban la marcha con sus cánticos y gritos, pero viendo la desidia generalizada muchos callan. Derrotados los obreros marchaban hacia el futuro, hacia la tumba. Como manada de elefantes que sigue a la matriarca en sus horas finales. Tal vez yo mismo contribuí a trasmitirles esa sensación, pues mi mirada era un reproche por sus constantes ausencias en las movilizaciones que no habían convocado sus dirigentes. Prefiero guardarme mis impresiones sobre lo que vi del llamado bloque crítico.

Me fui a casa dolido, con sensación de que mis compañeros, puesto que sin ellos no habrá cambio, ya habían tirado la toalla.