foto de www.radioklara.org
Acudo a manifestarme por la revocación de la reforma electoral. A diferencia de la cantidad de manifestaciones y actos reivindicativos a los que estoy acudiendo en los últimos tiempos, a razón de uno o dos semanales, ésta la convocan las cúpulas de los sindicatos mayoritarios (UGT y CCOO). Y lo que es para mi histórico, también convocan a la misma hora y en el mismo lugar los sindicatos anarquistas (CNT y CGT) y a unos metros los miembros del colectivo 15M de esta ciudad en el llamado bloque crítico. La afluencia es impresionante, no cifraré puesto que no pude observar vistas aéreas que me permitiesen hacer una estimación.
Y una vez más, en lo que considero un error sistémico en la organización de estos eventos, pasamos por la calle San Vicente, un cuello de botella que relentiza, de una manera atroz, la marcha y perdemos más de dos horas en un trayecto de apenas 200 metros. Con este estancamiento, gastamos fuerzas, ánimos y lo que es peor nos cansamos de ir, una y otra vez, tropezando sobre la misma piedra.
El ambiente era raro, como una procesión silente, el funeral de nuestros derechos laborales. Tan solo algunos grupos animaban la marcha con sus cánticos y gritos, pero viendo la desidia generalizada muchos callan. Derrotados los obreros marchaban hacia el futuro, hacia la tumba. Como manada de elefantes que sigue a la matriarca en sus horas finales. Tal vez yo mismo contribuí a trasmitirles esa sensación, pues mi mirada era un reproche por sus constantes ausencias en las movilizaciones que no habían convocado sus dirigentes. Prefiero guardarme mis impresiones sobre lo que vi del llamado bloque crítico.
Me fui a casa dolido, con sensación de que mis compañeros, puesto que sin ellos no habrá cambio, ya habían tirado la toalla.